Friday, February 17, 2012

Alabama without Mexicans

Great new piece from Gatopardo. Highlights:
"Where are the Mexicans?", le pregunté a Matthew Jenkins, poco antes de llegar a la cima de la montaña, al final de un camino serpenteante. Esperaba encontrar al menos a algunos, pero hasta entonces no había visto más que una solitaria pareja de afroamericanos con sombreros de palma desbrozando la yerba, a lo lejos.

"They're gone", me respondió. Apenas pude escucharle entre el ruido de los amortiguadores y una canción en la radio.

Cuando descendimos de la destartalada pick-up, Jenkins se fajó su raída gorra de camuflaje militar y se llevó a la boca un puño de tabaco para mascar. Tras dar unos pasos, hizo un ademán con los brazos para mostrarme la desolación de su campo de tomates abandonado.

"Ésta es la parte más afectada", me dijo. Señalaba un páramo.

Hasta donde alcanzaba la vista, no había una sola persona. Aquí y allá, miles y miles de frutos verdes, amarillos y rojos, agusanados e infectados por feos puntos negros de podredumbre, se apilaban sobre la tierra y atraían nubes de moscas. Podía escuchar cómo algunos estallaban debajo de nuestros pies conforme avanzábamos en silencio, liberando un desagradable olor agridulce.

Al lado de un montículo particularmente grande de tomates, interrumpió la caminata. "Ya no hay posibilidad de salvar esta parte de la cosecha. A estas alturas diría que la hemos perdido —me dijo—. Todita esta parte, sí, señor".

Matthew es dueño, junto con su madre, Ellen, de la plantación Jenkins, una granja de tomate de doscientos acres ubicada en la punta noreste de Alabama, donde termina la cadena de los Apalaches. Estábamos prácticamente en el pico de un monte rodeado por bosques y lagos, no muy lejos de la frontera con el valle del Tennessee.

En el condado predominantemente tomatero de Saint Clair, enclavado en el sur más profundo de Estados Unidos, eran los primeros días de otoño, justo cuando las granjas circundantes sacan a relucir sus jack-o'-lanterns —calabazas huecas iluminadas con velas para el día de brujas— y las plantaciones agrícolas de la zona inician su etapa más productiva. Un periodo a mediados de octubre de siete, quizá diez, días para recolectar lo plantado durante la primavera, antes de la llegada de las heladas.

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