Patrick Radden Keefe has a long look at the structure of the Sinaloa Cartel here. At one point, he writes:
By most estimates, though, Sinaloa has achieved a market share of at least 40 percent and perhaps as much as 60 percent, which means that Chapo Guzmán’s organization would appear to enjoy annual revenues of some $3 billion — comparable in terms of earnings to Netflix or, for that matter, to Facebook.This has led, inevitably and unfortunately, to headlines in Mexico along the lines of, "Chapo: More Money than Facebook", and the like.
Alejandro Hope has some suggestions on how to better protect Mexican journalists. Highlights:
- Marcar una raya en la arena: como ya he propuesto para otros tipos de incidentes excepcionales, se podría poner en marcha una estrategia de disuasión focalizada. Se advertiría por vía discreta a los grupos criminales que cualquier homicidio o desaparición de periodistas a) sería atraído por la PGR y b) generaría represalias inmediatas en contra del grupo responsable (considerando que estamos hablando de menos de una docena de casos al año en promedio, se podrían dedicar recursos excepcionales para identificar al grupo involucrado, aún si no se logra ubicar a los responsables directos). Las represalias podrían incluir el cierre de narcotienditas, la clausura de giros negros, el traslado de presos a reclusorios federales o la instalación de retenes móviles y se darían en cualquier lugar donde tuviese presencia el grupo agresor (y no sólo donde ocurrió el incidente).
- Contrarrestar el silencio: los atentados contra periodistas buscan acallar a la prensa local. Hay que enviarle el mensaje a los grupos criminales de que matar a un periodista va a tener el efecto exactamente contrario al buscado. Ante un homicidio de un periodista o un atentado contra un medio, los medios nacionales, tanto impresos como electrónicos, podrían diseminar de manera prominente (en primera plana y en la entrada de noticieros) y reiterada las notas sobre delincuencia organizada (o corrupción policial, etc.) que el periodista asesinado o el medio agredido hubiera publicado en el mes previo al asesinato o ataque. Ese mismo contenido podría distribuirse masivamente por las redes sociales (yo me comprometo a hacer lo propio en Twitter y Facebook).
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