Peña
Nieto is giving interviews talking about how Mexico has arrived at the hour of reforms, though as I outline in a
new post for Este País, I don't think it's happening:
El problema más grave para los que esperan un sexenio que rompe la
racha de inactividad presidencial es la falta de una mayoría en el
Congreso. Todas las demás barreras políticas habrían sido superables si
Calderón contara con una mayoría panista en el Senado y la Cámara de
Diputados; en los hechos, éstos faltaron, lo cual le dificultó al
presidente aprobar reformas e implementar su agenda.
No quiere decir que la historia se tiene que repetir.
Ideológicamente, sectores distintos del PRI se encuentran en todas
partes del espectro político, lo cual le da la oportunidad a un Peña
Nieto oportunista a ofrecer acuerdos jugosos a sus adversarios. Pero esa
lógica se impondrá siempre y cuando haya otro partido que esté
dispuesto a jugar. Como se indicó arriba, el PRD de AMLO no es una
posibilidad real para reformas delicadas. El PAN puede convertirse en un
aliado de conveniencia de vez en cuando, pero tarde o temprano, éste se
dará cuenta de que su futuro electoral va de la mano con los fracasos
del PRI. Si quieren regresar al poder, su jugada es tronar las
iniciativas presidenciales, sean lo que sean, tal como lo hizo el PRI
durante la mayoría de los 12 años anteriores.
Los resultados de su sexenio no están escritos, pero muchas de las
barreras que han impedido a Calderón serán igual de fuertes ahora con
Peña Nieto, lo cual sugiere que el gran cambio de diciembre no será tan
grande en los hechos. Los límites puestos a la agenda peñista pueden o
no representar una buena noticia para usted, pero lo preocupante es que
viene de una estructura política fundamentalmente opuesta al progreso, y
esto es un problema para todos.
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