Also, Alejandro Hope has a handful of good points in his most recent post. This last one is worth repeating:
El narcotráfico no necesariamente produce (mucha) violencia: en México, identificamos al nracotráfico con masacres y balaceras y descabezados. En Colombia también. Pero eso no es una constante universal: por Turquía pasa 75% de la heroína que se consume en Europa y ese país tiene una tasa de homicidio de 2.9 por 100 mil habitantes (ocho veces menos que en México), Marruecos es un gran exportador de hachís y su tasa de homicidio es similar a la de países europeos (1.4 por 100 mil habitantes). Perú es el principal productor de hoja de coca del mundo y sus niveles de violencia están muy por debajo de los de Colombia o los de México. Esos casos muestran que, si bien desterrar al narcotráfico es una quimera en el futuro previsible, podemos contener la violencia. De hecho, ese debe ser el objetivo primario de nuestra política de seguridad, no frenar los flujos de drogas.You often see a certain fatalistic cynicism in discussions of violence related to the Latin American drug trade, which is rather frustrating. This is a good antidote to one manifestation of that mindset.
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